martes, 19 de mayo de 2009

Banderas de la guerra civil española

Bando Republicano

Bandera oficial de la República

Al suprimirse todos los regimientos del Ejército, se dejó temporalmente de utilizar, siendo sustituida por las de las diferentes milicias, que adoptaron banderas rojas o rojinegras, en muchos casos con emblemas partidistas, como la hoz y el martillo, un puño cerrado, o el escudo de algún sindicato.
A primeros de octubre de 1936 se crea el Ejército Popular Republicano, disponiéndose que se vuelva a usar la tricolor.







Bando «Nacional»

Banderas oficiales

Al empezar la sublevación, se utiliza la bandera de la II República a excepción de algunas regiones como Navarra.

Por el Decreto de 29 de agosto de 1936 se restableció la bandera bicolor como oficial, sin especificar escudo.

Por la Orden de 13 de septiembre de 1936 se establecía como escudo el de la República. Los regimientos existentes, sin posibilidades de renovar las banderas taparon con una franja roja la morada, por lo que utilizaron banderas rojigualdas con sus tres franjas de la misma anchura. Sin embargo las unidades nuevas sí utilizaron la representada.

El 2 de febrero de 1938, aún sin terminar la guerra civil, se establece de forma oficial la bandera rojigualda, con banda gualda de doble ancho que las rojas laterales. Como escudo central se establece uno inspirado por Falange en elementos de la heráldica de los Reyes Católicos,es decir, el águila de San Juan, las flechas y el yugo.









Uso intensivo de la propaganda ( primera guerra mundial)



El estallido de la guerra se vió favorecido por un ambiente de rivalidad internacional materializado en actitudes chovinistas y en una confianza ciega en las propias posibilidades de éxito militar. Los sectores belicistas estimularon la agresividad recurriendo al empleo de todos los medios a su alcance, entre los que destacó la manipulación de la prensa.




La duración, extensión y rigor del conflicto debilitaron la moral, tanto de los combatientes como de la retaguardia, hecho que se intentó contrarrestar mediante el despliegue de agresivas campañas de expresión patriótica en las que se exaltaba las hazañas de las tropas al tiempo que se ridiculizaban las acciones del enemigo, calificadas por la prensa humorística como torpes y blandas.


Los medios de comunicación (prensa y radio) pasaron a ser controlados y censurados por los gobiernos.

Éstos intentaban evitar la desmoralización y el derrotismo, especialmente tras la crisis de 1917. Durante ese año hubo una oleada de huelgas y revueltas fruto del malestar desencadenado por el endurecimiento de las hostilidades en el frente occidental, como consecuencia de la retirada rusa del conflicto.